Meow!...
Rememoraba mi dañada infancia (lo digo porque nunca fui una niña como las demás, nada tiene que ver mi familia, la cual es tan anormal que es normal. Ellos me regalaron una niñez maravillosa) cuando me sentaba frente al televisor esperando por alguna película repetida en aquel cine vespertino dominical. siendo apenas una criatura de una inocencia que quisiera recuperar, admiraba aquella figura oscura y atormentada rescatando las vícitmas de ciudad gótica. Definitivamente fuí una niña dañada: mientras otras niñas jugaban con Barbies y miraban The Micky Mouse Club, yo admiraba hombres ahogados en un dilema de dualidad que, además, se enmascaraban de alimañas nocturnas. Vi una vez más, después de centenares de veces, Batman Returns, mejor lograda que la primera. Recordé esa amada perra vestida de gata. La amo, jajá. Puse usual atención a una de las escenas que mejor recuerdo, por su diálogo: la parte de la fiesta de disfraces donde Bruce y Selina bailan al ritmo de una canción hipnotiza