"Y Grité al cielo atragantada de un sollozo estremecedor -!Mi poeta no me ha olvidado!-"
Debo asentar ciertos sentimientos que, de ser racionalizados, perderían su entero sentido. No es que trate de encontrar explicación a tales acontecimientos irracionalizables, pero siento que el destino, después de todo, siente algún tipo de condecendencia conmigo. Ante mi incapacidad mortal de explicar lo acontecido, me limitaré a lo que las palabras me permitan.
Ayer renuncié a la aparente normalidad que comenzaba a contaminar mi interior. Karmina Burana me había liberado desde hace tiempo, quedándose ella muy dentro en el laberinto, permitiéndome que en libertad, tratara de buscar la salida del espejo. Intenté concentrarme en tener una vida normal... y descarté los fantasmas que usualmente atormentaban mi cabeza. Pero ayer, no pude hacerlo más, nada parecía estar bien, yo no podía funcionar en ese ambiente. En desespero, recurrí a regresar a Karmina, un extremo poco saludable a lo que se podría llamar una solución. Pero tan abatida por mi fracaso, decidí quedarme un día más, despedirme para luego dormir perpetuamente hasta que algún beso principezco volviera a despertarme. Escribí, lloré, grité... antes de mi partida le supliqué nuevamente a esa musa invisible a la que van dirigida todas mis palabras.
Hoy, mis rezos inútiles llegaron a oídos de alguna divinidad... me ha pasado una vez en el pasado. Mi poeta me ha escrito hoy, suplicándome por algunas líneas... había deseado escribirme, pero le fue imposible, siempre estuve en sus pensamientos.
Estupefacta, no podía creer lo que leía... Ahora me declaro fiel creyente de esa diosa desconocida a la que lee escribo. Es diosa porque no puedo pensar en otra fuerza mas que la poesía... mis rezos malditos fueron escuchados.
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