¿Acaso el lector no es un confidente de las palabras de quien las escribe?

Ayer peregriné por una inesperada crisis. Grité al vacío por algún eco, alguna respuesta, alguna presencia que me hiciera compañía en aquella dolorosa decadencia. Grité a las sombras por algún compañero, por un beso en la frente, por un fuerte abrazo, por alguien que secara mis lágrimas. Me ahogué en mis saladas lágrimas y con desesperación y sin mucha fe, esperé. Tuve respuesta.

La devoción me manda a escribir

"La devoción me manda escribir" escribió en su momento el monje templario o cataro Bernardo de Claraval, y esa linea pareciera resume mi vida, esa linea la robé para mí, la escondí para mí, fueron muchas noches laberínticas que la leí, releí, requeteleí, pues Bernardo me estaba hablando a mí... y bien cierto ya lo decía Borges, que cada texto tiene un lector predestinado en cualquier parte, yo agregaría que cada frase tiene un lector al que esta predestinado...
Me ha agradado leer tu segunda carta, y salvo que sea una carta vudu y me zombifique, no creo convertirme en esclavo, pero sí me he liberado, y creo que tus palabras más que esclavitud denotan libertad, palalabras, palabras y más palabras dice el Hamlet de Shakespeare...
Tus palabras se ven que son palabras como el buen vino, por ello he leido dos o tres veces tu carta...
Cuando me dices que podría convertirme en tu confidente... ¿Acaso el lector no es eso, un confidente de las palabras? ¡Claro me refiero al buen lector!
Me agradaría saber como llegaste en ese laberinto de la red a leer "Las lágrimas de un Condenado"...
Tus dos cartas las he imprimido y guardado en mi Archivo Particular, pues en ellas la palabra esta viva, y esos escritos los guardo con mucho celo, pues en el fondo soy un ladrón de palabras, un ladron de historias, bueno mi cuento "Amarantha" nació así, de dialogos virtuales que me llevaban cada noche a una calle distinta de una ciudad lejana...
Se despide de ti tu amigo sombra...
P.D. No me vi obligado a responder. Tal esclavitud no existe en mi, gracias.

José Rafael Pulido Zambrano.

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