Mirada gris... el gris es el color de la soledad

Al borde de la estrepitosa oscuridad, se detuvo en seco, mientras una helada lágrima se deslizó silenciosa por su pálida mejilla. El color de sus pómulos se había marchado junto a su inocencia. Sus ojos se oscurecieron por tanta tristeza, quedaron vacíos como su alma. Abrió sis brazos al vacío mientras el viento hacía bailar su cabello, ondulante acariciaba los sedosos hilos carnesí. Sollozando miró hacia la muerte y se detuvo. Miró hacia el cielo negro, la luna plateada le suplicaba no terminar con tal deslumbrante belleza. Miró a su alrededor, soledad. Esperando por ese alguien salvador, asercó las puntas de sus botas al borde, Levantó sus talones hasta que los tacones no tocaran la superficie; y el las puntas de sus pies se balanceó, con la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados y bañados en lágrimas. Y gritó, por la ayuda que nunca llegaría, por el amor que nunca la amaría, por la mano que nunca la acariciaría. Ahora el viento jugaba con su larga falda de terciopelo, la luna iluminaba sus lisos hombros, su piel se estremecía de dolor, de frío. Tomó un último suspiro y dió un salto infinito hacia el vacío. Caería por siempre. Soñaría por siempre y nunca más se sentiría triste.
Escuhar el CD de Smashing Pumpkins, Mellow Collie And The Infinite Sadness, no hace más que traer recuerdos, no tan lejanos para mí, de esa transición donde tu cuerpo te baticina que cambios psicológicos serán permanentes y decadentes. Cuando tu personalidad se establece en el lado contrario del de la sociedad. Y cuando te acuestas con tus audífonos escuchando tan melancólicas melodías, no haces más que soñar con la soledad y la tristeza, que para mí es lo mismo que la muerte.
Las palabras buscan mundos, las palabras buscan misterios. Las palabras son eso, llaves, abren vida, jamás muerte...

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