¿Hubo flechazo?

¿Hay alguna más rotunda que un NO?
Al verme se le esfumó por los ojos como una humareda espantada la lucecita de ilusión que pudo llegar a tener. Las esperanzas de encontrar una llama que mantuviera viva alguna reacción química entre los dos se autodestruyeron con sus ojos párbulos sobre mi rostro. !Diablos! Menos mal que no me gustaba... hubiese muerto en ese instante cuando leí en su cara de quinceañero confundido que dibujaba: ¿Qué es esta vaina?

La forma... la forma que acompañó al contendio de por sí vacíado en una repetición (regurgitación) de una ideología inventada. Un traje que hacía juego con su etiqueta de la más rancia oligarquía rojita del país. Paviperros de izquierda... niñito rico educado con la maravilla de la desconocida doctrina del siglo XXI. O sea... una vaina que no existe. Él es un imposible... qué entretenido.

Lo abracé con la más familiar y condecendiente salutación de alguien al que se le confieza su amor... y me odió. Se le notó el asco. Quería salir corriendo de allí y esconderse... pude verlo claramente. Pero me aproveché de ese ciego amor confezo inicial... ciego porque no me había visto en persona, y obtuve lo que quería de él. Porque realmente quería lo que fui a buscar y después largarme para nunca verle la cara.

No me siento culpable por jugar con sus sentimientos; y menos después de la labia sobrada de pedagogía y cara de pseudo dirigente o líder de una idea con una coraza populista y relleno desértico.

Su traje era una caricatura del patético futuro quienes manejarán este país en lo spróximos años. Su vocecita subdesarrollada reflejaría, paradójicamente, la tiranía de la corrupción elitista de los que crecen como él.

Se movía por aquellas oficinas como quien vaticina el destino certero... apuesto que se veía sentado en uno de esos escritorios manchados, contaminados por los que una vez, jóvenes como él, fueron los profetas de la lucha de clases, los mesías de la iualdad social, los príncipes de la utopía... del engaño.

Se lo perdono ahora por ser un niño en zapatos de vestir, por jugar ahora a ser el padre, la cabeza de la familia, el empresario importante, por jugar a ser administrador de estado. Pero no se lo perdonaré más tarde, porque no tiene más horizonte intelectual que la repetición acrítica de la realidad de la burguesía (sí, burguesía) sangrienta unipartidista.

Fue un insulto a mi intelecto y a mi moral. Se comportó con gran elogio a la estupidez, gala de sus ideales nublados por una mente romanticista -romántico en el actual sentido- y de la más descarada demostración de desfachatez de cartera de tu papi... y los contactos de tu papi, y los amigos de tu papi.

No me interesa a quién le hayas dado un apretón de manos, a quién conozcas en los más putrefactos puestos de la burocarcia nacional, ni quiénes son tus padrinos monetarios. Pero por todo esto, no te odio... me das lástima... y risa.

Después de una insípida despedida (nunca te atreviste a mirarme a los ojos como me prometiste) me preguntaste si me podías llevar al este... !No! Imbécil renacuajo esclavo de tus propiedades, voy al otro lado de la ciudad... al lado pobre... y no tengo carro, voy en metro, voy caminando... no iré en traje ni en zapatos caros.

Nunca te mostraste como ejemplo de tu religiosodad ideológica de la que tanto te enorgulleces. Por eso eres imposible o estúpido. De todas formas yo obtuve lo que quería... tu no ganaste más que un mal rato, y ya ni me importa lo que pienses de mi.

Aprendí a enamorar... y me está siendo útil... aunque es un arma de doble filo, sé que en algún momento se me cobraran mis demencias. Mis pecados me atormentarán. La culpa me consumirá poco a poco hasta que no lo soporte. Pero mientras tanto, disfrutaré de mi victoria. Espero no verte jamás.

A pesar de esto... no me siento del todo bien. Tal vez esperaba el flechazo y reinvindicarte.

Comentarios