Olvídame... no me olvides (yo te recordaré)

Las noches pasan desapercibidas. Mientras inspiro suspiros atragantados en una garganta enmudecida se desvanece etérea la figura de tu presencia rutinaria. Me acostumbré a verte junto a la luna... ahora no puedo evitar la necesidad de tu reflejo lejano.
Me hablaste, y me sentí feliz... feliz porque recordaste a la desgraciada dueña que te abandonó vilmente. Quien te hirió ferozmente no descanza la voluntad de tenerte de nuevo... en sueños e ilusiones... la realidad me desgasta.

Y me suplicaste, me pediste respuestas... explicaciones que yo podía darte. Tu me entiendes mejor que yo misma... ahora te doy miedo, pero a veces yo también tengo miedo de mí. Me rendí ante el silencio... las espectrales palabras se atoraban en mis manos alucinadas. No te puedo escribir, no te puedo hablar... sólo quiero verte, me robas mi aliento. Respirar se ha convertido en una acción tan ardua... pierdo el aliento. Muero. Estoy incompleta de nuevo.

En la permutable oscuridad insomnica reflexiono con mayor fuerza que en la segante luz artificial. Es mi culpa... tus lágrimas son mi culpa y nunca podré enmendarlo. Mi más preciado deseo es regresarte alguna sonrisa.

Pero ódiame, aborréceme, es mejor así. Siente inmediata repulsión por el desgraciado ser que te ha sacado tantas lágrimas... que te ha causado tanto dolor. La espiral perversa que te atrajo desde mi corazón no merece ninguna misericordia... madíceme por siempre, olvídame permanentemente. No hago más que causarte males.

Tu adicción fugaz se volvió alienante, tu doncella perdida te ha apuñalado mortalmente. Te ruego escapes de este laberinto sin salida que de mi mente ha crecido y esparcido. No te dejes atrapar por mis espinas envenenadas.
Gracias... gracias por hacerme entender que mi pasado es un fantasma invisible. El dolor no era más que una bestia indómita que me rehusaba a liberar. Aunque siempre quedará el vestigio sangrante del dolor pasado encadenado en mi corazón, nunca debí permitir que espejismos innecesarios me hicieran escapar del amor de mi vida. Aquel cuerpo mortal se había apoderado de mi alma y mi corazón. Ya me había rescatado.... pero yo no me había dado cuenta.

Lo que hice no me lo perdonaré... mis palabras nunca tendrán remedio, jamás me consolaré por mis errores y no podré regresar el tiempo. Al menos sonreiré en el camino al Haberno cuando piense que podrás alcanzar de nuevo la plena felicidad sin mí. Ya no serás esclavo de mis delirios y serás libre para reconciliarte con la vida que tanto me recomendabas.

Ahora que no estás... me es más fácil gritarte que te amo. Ahora que no estás... me duele sentir que te amo. Ahora que no estás no puedo evitar seguir amándote. No estás, y me es fácil confesarte... muero por suplicar que me sigas amando, arrodillarme por tu perdón y arrastrarme a tus pies para que no me olvides.... olvídame... no me olvides...

Yo herí... y no tengo derecho a ser perdonada.

Comentarios