Stop thinking
A veces pienso que mi vida amorosa sería más constante (por no decir existente) si fuese físicamente normal. Qué importan mis problemas, mis desequilibrios, mis excesos; sólo debo parecer ordinaria.
He visto, presenciado, atestiguado (una y otra vez) que a los hombres no les parece un gran obstáculo que su pareja tenga algún desequilibrio psicológico. Algunas veces creo que hasta les entretiene. Sí, creo fervientemente que a los hombres les gusta en drama enfermizo, les encanta una loca, los problemas sin sentido, las exageraciones, las explosiones emotivas, las sutiles tragedias.
Quieren a la anormal que les moleste con mensajitos de texto en la madrugada, que mire con ojos de ira a cualquier amiga femenina que se les acerque, que critiquen a su madre, que les llamen con apodos empalagosos; les gustan que los molestes, que les formen problemas por insignificancias, que no los entiendan. Necesitan de la enferma mental que les diga “si me dejas me mato”, que les grite “te odio” en la noche y “te amo” en la mañana.
Eso siempre está bien si es bonita, no tan fea, no hay problema si no es una belleza modelo de pasarela; si es femenina, que se vea quién es la figura de fuerza entre ambos; que hable con gracia; y que se muera por él, que lluevan flores rosas del cielo, que te dedique canciones cursis y que le gusten las películas románticas.
Que sean locas y se vean normales.
Ninguna de las cualidades que yo no puedo ofrecer.
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