Será que

Por momentos me pregunto por qué mi blog no será tan bueno como otros, por qué yo no tengo decenas de comentarios en un día, por qué no soy tan imaginativa ni tan graciosa ni tan encantadora como otros escritores invisibles, detrás de otras pantallas, a miles de kilómetros de aquí.

Últimamente no he escrito lo que siento, no he expresado lo que pasa dentro de mi. Últimamente muestro lo que debería mostrar, lo que es adecuado enseñar, lo que es coherente decir, lo que es consonante con el momento, el tiempo y las circunstancias. Soy redundante. Últimamente, últimamente, se va, se desvanece.

La verdad es que mi vida se la lleva algo o alguien que no soy yo; me estoy dejando arrastrar por acciones que no son las mías y sin poner resistencia. Me estoy dejando llevar por la marea y, aunque sé que algún momento me voy a ahogar, no me importa.

Porque si comienzo a pensar en la vida que no tengo, en el esperpento que estoy viviendo, en el disfraz insípido que me pongo todos los días; si me pongo a pensar en todo lo que no tengo y en lo que tengo tanta desidia en alcanzar, me pondré triste, en verdad triste... con todo lo que esa palabra (que hasta linda suena) significa.

Prefiero estar aquí, en una zona gris y, espero, de transición; a que más abajo en una zona oscura donde en serio me ahogaría todas las noches de las ganas de llorar. No, prefiero estar aquí, esperando a que me salgan ganas de hacer algún cambio y de tomar el control de mi vida.

Esperar no se me da nada bien, y ante tantos atentados a este estado de neutralidad cadavérica, ojalá no me ataque la desesperación de la espera.

Crucen los dedos por mi para que no recaiga.