Esto también es un diario (en parte) después de todo


Llevo ya unos días trabajando como preparadora de la cátedra de Redacción para los medios, asisto al profesor Sami Rosenbaum en un salón de 33 personas de 4to semestre de Comunicación Social. Me da asco cuánta gente está estudiando esta carrera… tomando en cuenta que se abrieron tres salones para cada sección de 4to semestre del básico, habiendo tres secciones, serían más o menos 300 alumnos que “supuetamente” se graduarán en tres años como comunicadores sociales… Exagerada cantidad.

Por lo menos ellos salen bien en las prácticas, no como a los que le di clases el semestre pasado: gente de sexto semestre en Periodismo I… no sabían escribir un carajo, ahí va el futuro de la profesión.


Estudiar en la noche tiene su parte buena y mala... en realidad tiene muchas partes malas. Lo bueno es que es en la noche, yo estoy más despierta en la noche y en el día puedes hacer más cosas aprovechando el tiempo.

Lo malo es que en la noche te pega una caligueva brutal y muchísima hambre; pueden imaginarse estar metido un viernes en la noche en un salón de clases. Además, Caracas no es nada segura mientras está oscura (en realidad en ningún momento del día) y yo no tengo carro, así que cuando me toca llevarme la laptop entro en crisis. Por otra parte, el cambio de horario cansa físicamente, esto no lo puedo explicar, pero es así, y me da mucho más sueño durante el día... duermo más y como menos, como no me alimento bien termino con grandes cantidades de comida chatarra en en mi estómago...

Mejor no sigo enumerando las cosas malas, me espera un año duro.


Comencé a trabajar de nuevo (nada fijo)… y me he dado cuento que eso es lo que necesito, valerme por mí misma por un tiempo. He estado estudiando toda mi vida, sin parar, necesito un descanso de eso y ver cómo funcionan las vainas en realidad.


Aunque en realidad me gustaría estar en una oficina de verdad, y no en la terraza de la casa de mi jefa... los trabajos freelance son muy raros...

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