Crónica de unos comicios anunciados... pero de resultados contraproducentes

7-O: Desde adentro del Comando Venezuela. Derrota en las elecciones presidenciales no representa la pérdida del país

El peso de una semana  ardua de trabajo no permitió que las dianas itinerantes por la autopista Francisco Fajardo interrumpieran mi sueño. Por primera vez durante comicios venezolanos,  el cansancio mental no dejó espacio para la ansiedad y el nerviosismo. A las cinco de la mañana en punto resonó la alarma, justo como la había ajustado. A la vezun camión que chillaba “Chávez, corazón del pueblo” se paseó por la avenida Teherán, violando la norma electoral.


A través de calles grises y un cielo azul frío, caminé de la mano de mi madre hasta nuestro centro de votación. Eran las seis de la mañana cuando me encontré con el resto de mi familia, quienes hacían cola desde las tres de la madrugada. Nuestro puesto se alejaba a pocos metros del portón verde del Colegio La Aplicación en Montalbán. Pocos minutos después, la cola comenzó a avanzar lento pero consistente. Me adelanté para saludar a unos vecinos de la comunidad cuando escuché a una señora que gritó jadeando: “¡Mesa cuatro, mesa cuatro! ¡La mesa cuatro está vacía!”. Reaccioné con un pequeño brinco y apuré el paso mientras repetía “Mesa cuatro… mesa cuatro” a los militares del Plan República, quienes ostentaban un tono de piel un tanto oliva, similar al color de sus uniformes.

Mi familia y yo después de votar

Ejercí mi derecho y deber al voto en menos de 15 minutos, no me sorprendió la rapidez, la eficiencia de los miembros de mesa,ni la calma y paciencia de las personas, porque todo estaba sucediendo tal como nos prometieron Leopoldo López, Enrique Márquez y Vicente Bello en los medios de comunicación.

Salí del centro de votación y pude ver a un pequeño grupo de cinco personas con sendas listas de “uno por diez”, llamaban con claradesesperación e insistencia por sus celulares, los cuales dudé que fueran vergatarios.


Paso restringido

A las diez de la mañana llegué al Centro Cultural Chacao, en el cual se había instalado la gran sala de prensa para los periodistas criollos e internacionales. Un fuerte cordón de seguridad me impidió el paso a pesar de todas mis prudentes credenciales. Hice unas cuantas llamadas para resolver el inconveniente, miré por unos minutos la enorme pantalla desplegada en las puertas del Centro, el alto toldo que cubría la calle, las ambulancias a un lado de la acera y en cuanto volteé la mirada, la figura grande y redonda del director de protocolo, Carlos Delgado, me abría paso por las rejas mientras hablaba por un pequeño radio negro en el cual resonaba claramente  ruido de interferencia.


Dentro del teatro, como en el día anterior, figuraban unas pocas cámaras de televisión y contados periodistas foráneos con sus laptops y tabletas en los cuales escribían sin descanso mientras cubrían el acontecer histórico, que a pocas horas llegaría al gran punto decisivo. Poco tiempo después, se retrasaba una rueda de prensa sobre las tablas del teatro: Leopoldo López se paseaba de un lado a otro esperando a que Johan Merchán, su encargado de prensa, le avisara cuando reaccionara una de las señales de microondas.


S-2, al fondo y a la izquierda

Bajé los dos sótanos de oficinas y cubículos naranjas enmarcados por grandes paredes de cemento, el olor fresco del rígido material delató la novedad de las instalaciones. Nuestra “Sala de vocería” era recorrida por una larga mesa invadida por una maraña de cables y pantallas de computadoras, diez sillas rodeaban la isla negra con una larga cola blanca que cubría otro mar de instalaciones eléctricas que recorrían el piso debajo de la mesa. Frente al mesón, veíamos dos pantallas grandes y planas que sintonizaban Venezolana de Televisión y Globovisión respectivamente.


A las 11 de la mañana se nos ordenó tener al diputado Miguel Pizarro en el teatro, él sería el abanderado para dar una primera rueda de prensa haciendo un llamado al voto. Nos encargamos de la difícil negociación con los miembros del equipo de seguridad para que dejaran pasar a diez jóvenes sin credenciales que acompañarían al diputado en tarima durante su alocución. Una escuálida compañía se dibujó en las pantallas de la televisión nacional que transmitieron la rueda de prensa en vivo y directo. Juan Requensens, Brian Fincheltub, Roberto Patiño, Diego Scharifker y Ángel Medina relucían entre otros pocos rostros desconocidos. A pesar de todo la primera misión se había cumplido.


El centro de Latinoamérica por un día

Los alrededores del teatro comenzaron a colmarse, cada vez más periodistas ingresaban al Centro Cultural. Pasadas la una de la tarde, mi equipo y yo nos sentamos en un lounge, de muebles blancos y mesas bajas,a almorzar frente a nueve pantallas de televisión colgadas entre pendones que dibujaban gigantes, varios “7-O”. Ojos internacionales muy diversos cubrieron un día de la coyuntura histórica de Venezuela, en el medio de la cortina de pantallas brillaba Globovisión, y en sus periferias se transmitían Caracol, CNN en español, Telesur, VTV, Venevisión, NTN 24 y RCN.

Foto: Mariely Márquez/ Noticias24

A las 3 de la tarde, nos encargamos de una nueva rueda de prensa lideraba por Roberto Patiño, esta vez tuvimos la tarea de movilizar a unos cuarenta jóvenes, entre ellos Arturo Senior, David Smolansky y Freddy Guevara. Esta vez contamos con la ayuda de Américo Orsi, comisionado de la vocería de Fuerza Joven. Un mejor desempeño y escenario se desenvolvió en las transmisiones de los medios. Las gradas del teatro estaban más llenas que antes con profesionales de la comunicación.

Durante las siguientes dos horas me mantuve en las oficinas en aquel subsuelo de concreto. Las señales telefónicas eran casi nulas pero teníamos una endeble conexión a internet en las computadoras. Descansé un poco y revisé las redes sociales, en las cuales brincaban de un lado a otro proyecciones de encuestas y resultados de diversos exit polls. Al menos en la red, la mayoría daba como ganador a Henrique Capriles Radonski con un pequeño margen de ventaja.


Elizabeth Pérez, coordinadora de vocería, se comunicó con nuestra jefa, Larissa Patiño, quien se encontraba reunida en el comando de campaña en Bello Monte. Después de tanta insistencia, Larissa nos comunicó: “Vamos arriba con dos puntos, pero aún falta para que se termine la jornada. Vamos a ver”. Había estado todo el día reunida a puerta cerrada, activé mi sospechas.

A diferencia de mis compañeros, abrumados por las cadenas de PIN y las llamadas incesantes de familiares y amigos, agradecí que en aquella tumba apartada mi celular se convirtiera solo en dispositivo que me anunciaba la hora. Asistimos a la rueda de prensa de Armando Briquet, jefe de campaña del Comando Venezuela, y posteriormente vi por televisión las declaraciones de Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, desde el mismo pódium.


Perpetum mobile

Ya a las seis de la tarde tuve que mantener el cuerpo en movimiento constante para evitar que se rindiera al cansancio, temí que los ojos no me respondieran y se cerraran por sí mismos. Más tarde, pasaban por televisión a Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral, anunciando el cierre de las mesas, a excepción de las que aún tuvieran electores en cola.

Hice innumerables rondas alrededor del Centro Cultural sin un destino fijo, subía y bajaba escaleras, periodistas, camarógrafos, voluntarios, antenas, cámaras y micrófonos pasaban frente a mí en un baile desastroso. Seguramente desde una visión alta nos veríamos como un montón de hormigas. Pero por ningún lado veía ninguna señal de políticos ni voceros del Comando, en una esquina el diputado a la Asamblea Nacional, Miguel Ángel Rodríguez, y en otra la diputada al Parlamento Latinoamericano, Delsa Solórzano. Mala señal.

Pasadas las siete de la noche nos reunimos en el búnker, Francisco Márquez, nuestro productor de líneas y mensajes discursivos, había recibido un mensaje de la sala de totalización de Roberto Picón, coordinador nacional de análisis y seguimiento del Comando, el cual decía que Hugo Chávez iba ganando las elecciones por cinco puntos a solamente treinta por ciento de votos escrutados.

Parte del equipo: Andrea Rebolledo, Gbriel Bastidas, Elizabeth Pérez, Aura Matheus, Francisco Márquez y Jossybel Ávila

Una ola de pesimismo se apoderó del equipo, y nos reunimos a las puertas del Teatro de Chacao para colaborar con protocolo en cuanto al manejo de los periodistas. Anunciaron una falsa rueda de prensa para mantener bajo control a la inmensa cantidad de medios presentes. Entramos a las instalaciones y tomamos asiento en las impecables butacas carmesí, estábamos rodeados de una infinidad de argentinos, españoles y colombianos en su mayoría.

A los pocos minutos, recibimos un mensaje de nuestra jefa, Larissa Patiño, quien aún se encontraba reunida en el Comando: “Amigos, hemos perdido las elecciones, ha sido un placer trabajar todo este tiempo con ustedes. El esfuerzo y trabajo no quedará en vano. Debemos acompañar al candidato”. Poco reaccioné ante este mensaje; al parecer, ya todo el que perteneciera al Comando Venezuela estaba enterado de los resultados. Tratamos de disimular nuestros sentimientos para seguir apoyando a los periodistas extranjeros, quienes muy animados, nos expresaban su apoyo y afirmaban la segura victoria Capriles.

Foto: Mariely Márquez/ Noticias24

Explosiones y lágrimas

Pasadas las nueve de la noche, Tibisay Lucena, anunció los resultados de las elecciones presidenciales 2012, la silla caliente era disputada por Henrique Capriles Radonski, y el actual presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez frías. Nos mudamos al loungue una vez más, para presenciar la exposición de los resultados, rostros felices y llenos de esperanza nos rodearon, mientras nosotros fingíamos una seriedad sepulcral.

Foto: Mariely Márquez/ Noticias24

En cuanto se dijo la victoria, por tercera vez, de Chávez, un suspiro unánime de decepción hizo eco en el Centro Cultural de Chacao, los flashes venían de todos lados, era un festín para los reporteros gráficos. En segundos, una enorme flor de colores se erguía en el cielo a pocos metros del teatro. Fuegos artificiales explotaban en las cercanías. El cielo se pintó de estrellas rojas intermitentes.

Bajamos a nuestro sótano por última vez, para reunirnos y recibir instrucciones Nuestra jefa, Larissa, entró por la puerta de vidrio con lágrimas en su rostro. Nos abrazó uno por uno sin mediar palabra. Cuando llegó mi turno no pude evitar contagiarme de tristeza y decepción. Habíamos perdido después de tanto trabajo.

Líder consolidado

El teatro de Chacao parecía todo menos el comando de campaña del candidato perdedor, la cantidad de gente se triplicó en horas. El edificio naranja parecía contener el público en la premier de una obra famosa y multimillonaria. Muchos se sentaron sobre la alfombra y escaleras de los dos pisos que constituían las butacas.


Solo encontramos puestos frente a una barrera impenetrable de cámaras de televisión, era como un gran muro negro inmovible. Me senté frente al escritor Willy McKey, mientras veía entrar, para incorporarse en el grupo de los perdedores no derrotados, al periodista Kico Bautista, el político Carlos Vecchio; la gobernadora encargada del estado Miranda, Adriana D’Elía, los diputados Ismael García, Miguel Pizarro, Ricardo Sánchez y el alcalde metropolitano Antonio Ledezma.


Cómo un alud, los gritos de admiración y aplausos comenzaron a sonar. El público se puso de pie mientras una silueta tricolor subía al escenario, animoso y enérgico. Henrique Capriles Radonski conquistó el espacio, su sola figura se apoderó del lugar y sus palabras llenas de humildad y sinceras esperanzas provocaron más lágrimas en los ojos de muchos de nosotros. El mejor discurso que ha dado en su vida política lo pronunció entre los afortunados asistentes, quienes nos quedamos firmes para reiterar nuestro apoyo. No fue un discurso de derrota, sino de fe y compromiso. Nos recordó que el trabajo hecho no fue en vano, que todavía quedaba mucho por recorrer del camino que comenzamos a construir juntos.

Foto: Gil Montano /Reuters

Muchas veces aplaudimos, gritamos, y lloramos durante esas frases frescas de aliento. Pero nunca tomamos asiento. Fue mucha la admiración ante aquel hombre que había recorrido Venezuela tres veces en tres meses. A lo lejos, se asomaron tímidos los rostros lacrimosos de Teresa Albanes, Leopoldo López, David Uzcátegui y Mónica Radonski de Capriles.

 Pantalla acuosa

Mi cara llorosa no pasó desapercibida, tenía puesta una franela con grandes letras que dibujaban “Comando Venezuela, elecciones presidenciales 2012”. Fui víctima de muchos camarógrafos que sin disimulo tomaron fotografías, fue entrevistada por algunos periodistas de prensa internacional. A mi alrededor aún transitaban medios paisanos de Latinoamérica como las peruanas América Televisión y ATV, la argentina Telefé, la colombiana Noticias Caracol, la ecuatoriana Ecuavisa y la boliviana Megavisión.

Fui abordada por una periodista y un camarógrafo argentinos, quienes tomaron mis declaraciones. Dupliqué con mis humildes palabras el discurso que acababa de dar nuestro candidato delante de tal fiel concurrencia. La mujer rubia y de ojos azules me preguntó qué papel desempañaba yo en el equipo,  con gran orgullo y con una sonrisa le dije: “Soy periodista del Comando Venezuela”, a lo cual me respondió; “Gracias, hablaste muy bien”.

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