Se va el año
Acabo de pintarme el cabello de negro… había unas terribles raíces chocolate mostrándose. Me pinté las uñas de los pies ya que esta noche usaré unos zapatos con peep toe. Rojas escarchadas, las uñas; no los zapatos. Me comenzaré a arreglar como a las 6, temprano, porque después no quiero estar en una corredera. Me pondré una ropa que hace notar todos los kilos que he ganado; y unos accesorios que sólo podré usar unas pocas veces en mi vida, a menos que me mude de país o que quiera que me arranquen las orejas y los dedos en la calle. El año nuevo es una de las las festividades menos favoritas para mi. El tiempo es tiempo, llega y se va tan pronto como vino; no es bueno ni malo, siempre sigue, no se detiene por nadie; sólo es, existe y nunca cambia. Por eso un paso de un año a otro no me parece mucha cosa. Al menos le di la idea a mi madre de que compráramos antifaces y cosas para hacer la hora loca durante la “fiesta” y al menos bailar. Si no, sería como estar con mi familia en un día c...