... solo que pensaba lo inútil que es desvariar
Esta madrugada desperté entre cortinas estrelladas que bailaban entre el frío gélido tan inusual en las mañanas de esta ciudad. Esperando un cálido amanecer, una rojiza pantalla que bañara descendiente toda mi habitación, fingía dormir, esperando en vano. Y despierta, soñé. Sin música bailaba, flotaba, lloraba, amaba. Sin control de mis concientes alucionaciones, imaginé miles de historias en un segundo. Tal vez al revés, una historia fugaz se extinguía rápidamente en horas. Cuando abrí los ojos ya era muy tarde, no había más que levantarme, doblar las sábanas, cepillarme los dientes y bajar a almorzar. Me pregunté, mientras me miraba al espejo del baño, si era tan inútil esas desvariaciones de mi fantasía. Qué provecho podría yo sacar de esos sueños imposibles que ni siquiera recordaba tan bien. Porque parecía que se escapaban despavoridas en cuando concebía que debía regresar a la realidad. Tienen libertar de actuar las malditas. Incliné la cabeza y reconocí que siempre que me descuidaba de mi misma, mis sueños vivían por mi. En cuanto estaban a punto de secuestrarme de nuevo y mi reflejo en el espejo comenzaba adistoriconarse, sacudí la cabeza y recordé lo horrible que sabe la pasta de dientes.
Me detuve un momento antes de bajar las escaleras, volteé hacia la ventana, pero no distinguí nada, todo era gris. Dibujé una media sonrisa, bajé algunos escalones, y mis ojos atestiguaron como amanecía de golpe, en día, enrojecido me lastimaba. No sé por qué.
-!Olvídalo! Bórralo de tu mente. porque lo imposible no puede ni existir ni en tus recuerdos. Mientras esté en tu corazón me seguirá lastimando lo que nunca debió pasar. Lo inconcebible. Y cada vez que te vea... me dolerá.
-!Nunca! Porque así entonces sentiré cada vez que te duela. Y en tu dolor y en el mío de lo imposible... estará el amor. Mientras yo te ame, te recuerde, nada será imposible.
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